viernes, 15 de enero de 2021

Entrevista para Lamás Médula por Hernán Casabella

Confesiones de un poeta irreverente







¿Qué es lo que vuelve trascendente a un poeta?

Sentir el jugo que se refleja ante los ojos, ese sabor que se cuela hasta las entrañas, que se hace piel y acelera los latidos, sea otoño o primavera.

un libro… La novena revelación, de James Redfield.

un amante famoso… Willem Dafoe en la jungla, por el desierto palestino, con cera en su piel, haciendo justicia en Mississippi.

una ciudad… Asunción.

una película… Los puentes de Madison.

una delicia… una porción de muzza o de napo o de jamón y morrones (o las tres) con fainá fría.

una canción… Make you feel my love de y por Bob Dylan.

un gusto… tomar caipirinha con Gabu y Darío en Villa Gesell.

una bebida… cerveza roja.

¿Qué le dirías a Verlaine?

Es tiempo de desnudar nuestros deseos, hacernos piel en la pluma, e invitar a Arthur a una de esas cenas gloriosas.

Nos recitas unos versos que den cuenta de tu primer beso

Nos escondimos debajo de la mesa de planchar

entre tanta ropa que nos cubrió como una carpa

Tus labios fueron el sabor más seco que jamás imaginé

Cuando nos besamos de verdad mil años después

el jugo de tu boca me llevó a aquel instante

Y supe que me había mojado igual.

Tu última mentira

Voy a dejar de lado el celular para no seguir pensándote.

No te queda la sensación de que la poesía se olvida

Creo que hay mucha sensibilidad, en este mundo gris, que sigue pintando de colores cada día, y ahí siempre hay poesía porque todavía hay latidos que se resisten al juego del celular y de las redes. “Escribir poesía: ¿quién lee?”, así arranqué unnuevo camino de poemas en 2015 porque la profesora y correctora Adriana Santa Cruz nos invitó –a mis compas del curso y a mí– a leer cada noche un poema y a tratar cada mañana de escribir uno. Y me pregunté eso: “Escribir poesía: ¿quién lee?”. Y la sorpresa ha sido tremenda. Especialmente, me ha pasado desde que comencé a publicar mis poemarios, a través de textosintrusos; descubrí que hay mucha gente que no se olvida de los aromas que surgen desde, por y en la poesía.

Vamos a una tradicional noche de bodas, quién lleva en brazos a quién:¿Rimbaud a Lorca o al revés?

Es obvio que Federico lo lleva a Arthur porque es quien siempre va a más, y para él es pasión hacerlo, y enamorarlo a full.

¿A qué poeta relees casi hasta el hartazgo?

Releo al cantar a Charly, al Flaco, a Dylan, a Sabina, a Lennon, a Marilina, a Celeste, a Fito, a Litto, a Fabi, a León. Son una constante.

Del resto, no leo hasta el hartazgo, pero siempre vuelvo a Borges, a Alfonsina, a Ioshua, Pizarnik, Benedetti, Orozco, Galeano, Rimbaud, García Lorca.

¿Cómo se lleva tu poesía con el insomnio, con las noches, con los vicios?

El insomnio es un lindo amigo para que mi poesía aflore. Las noches siempre juegan mi juego. Los vicios –alcohol– fueron un camino fantástico y doloroso en determinados instantes: la muerte de uno de mis mejores amigos, el desamor, la traición amiga o del corazón, la pasión en el amor hacia ese alguien que eriza mi piel y hace llover mis ojos, son algunos de los ingredientes que hicieron que descorche o destape mucho.

¿Qué tres poetas reeditarías?

Arthur Rimbaud, Oscar Wilde, W. H. Auden.

¿Cuál es tu opinión sobre los recitales de poesía?

Me parecen interesantes porque son espacios de encuentro, de escuchar, de regalar versos, de sentarse a beber y de sentir con los ojos cerrados esa vibra que motiva.

Nombrá tres poetas en lengua castellana y tres en otras lenguas que admires.

Eduardo Galeano, Jorge Luis Borges, Alejandra Pizarnik; Arthur Rimbaud, Charles Bukowski, W. H. Auden.

¿Utilizás tu condición de poeta para ejercer la seducción? Detalle.

En las redes, sí. De hecho, mi imagen está puesta al servicio de la poesía para llegar a quienes se animen a meterse ahí. A veces un verso materializa esa inconsciente-consciente seducción.

¿Qué cinco poemas te resultan movilizadores?

“Los nadies” de Eduardo Galeano.

“Tu nombre es mi calle” de Ioshua.

“A un olmo seco”, de Antonio Machado.

“Milonga de un soldado” de Jorge Luis Borges.

“Cuando éramos niños” de Mario Benedetti.

¿Por qué no se escribe más en modo rimado?

Porque la poesía ha evolucionado como el mundo. Y la simbología que regalan los poemas tiene otras frecuencias. En mi caso, busco la cadencia musical al escribir, a leer, al recitar. Lo que me parecía tan mágico en mi infancia y adolescencia, hoy lo veo como algo muy estático al compararlo con la poesía actual, más libre, más desprolijamente prolija.

Nos atraviesa una modernidad que muta a cada instante y la rima mutó en otros estados como “esa” cadencia musical a la que hacía referencia, en mi caso. Es todo muy libre, tanto que a veces me cuesta leer algunas cosas, porque las veo cargadas de una prosa que, a mí entender, enuncia sin ese toque que conmueva.

¿Con qué tres poetas argentinxs compartirías una cena? ¿Y qué libro de otrx poeta argentinx le regalarías  a cada unx?

Oscar Vitelleschi, Hernán Casabella y Pablo de Cruz y les regalaría “Obra poética” de Jorge Luis Borges, a Oscar; “Hebra incompleta” de Fernando Noy, a Hernán; “Poesía completa” de Olga Orozco, a Pablo.

¿Con qué poeta te irías una noche de gira?

Sebastián López Márquez, porque augura fiesta, arte, poesía.

¿Qué opinas de la poesía argentina de la última década?

Tremenda. Luces por todos lados. “El otro cambio (lxs que llegaron)” parafraseando a Litto Nebbia, es un gran título porque viene con esa necesidad de ir al frente, de expresarse, de revelarse: hay una poesía tan sensible: las voces que regalan las plumas de la diversidad, la sororidad de las mujeres, el grito de quienes viven con VIH, el desparpajo de lxs irreverentes, la potencia de lxs desposeídxs, la militancia de quienes popularizan su canto en versos, las redes que abren el juego a quienes saben que no todo es chotocentrismo porteño.

Todos disparadores que han enaltecido la poesía en estos años. Aunque no la veamos, siempre está y se hace carne en mí, en vos, en todxs.

¿Realizás un trabajo poético constante o preferís la inspiración?

La inspiración es constante, a cada rato, en cada hora, en cada mirada, en cada pensamiento, en cada sentir. La inspiración más estática viene para escribir prosa, para redactar cuentos, relatos, nouvelles, novelas, ensayos, opinión. La poesía está en todas partes: en el sol cuando da en mi cara, en la luna que me guiña en esas trasnoches de puros brebajes, en la risa o en el llanto de lxs bebés, sentado en la arena frente al mar, en la mirada cómplice a alguien, en mis deseos más crudos por quien me sonrió; está ahí, solo hay que tomar ese aire y largar las palabras.

¿Qué opinás de eso llamado slam de poesía?

Creo que aporta mucho porque recupera, como el stand up, esos espacios mágicos que se perdieron del café concert o de los encuentros de poesía. Y permiten que tantxs creadorxs puedan contar en versos parte de sus realizaciones. También porque la poesía no es solo la que está en un libro o en un blog o en las redes. Es esa aventura al escribirla y para tantísimxs artistas (poetas, poetisas, escritorxs) es un canal para mostrarlas también.

Poesía y vida, ¿no ocurre más eso de vivir poéticamente? ¿Se terminó vivir a lo Rimbaud?

Uhhhhh!!! Es el gran deseo. No vivir de la poesía, sino con la poesía como otro canal de vida, de ese vivir que soñamos tanto quienes nos largamos a parir versos para que, parafraseando a Marilina Ross, “de grandes puedan volar y vivir su propia vida”. Quizás al publicar casi todos los días algún poema en mis redes, vivo a lo Rimbaud, y en definitiva, entre tanta poesía que me abraza, entre tantas canciones que tienen una poética que me conmueve, y en mis propios latidos hechos versos, siento que sigo viviendo como Arthur tratando de ver lo invisible, escuchar lo inaudible, donde el amor sin límites me crezca en el alma.




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